Tasas Judiciales 1, Historia de una ida y una vuelta
Rescatado por el tiempo y sus accesorios para el pelo, me encuentro de repente en un juzgado:
-Hoy es mi cumpleaños, el día de los animales.
-¿Y cuándo es tu cumpleaños, Joan?
-El 12 de julio.
(Signos opuestos, me atrevo a pensar… ¡Gollum, Gollum! Otra vez aquí, de viaje de precesión a las judicaturas y a lugares desactivados… no queremos eso, mi Tesoro, no queremos)
-Yo ya ni celebro los míos, los cumpleaños son monótonos.
-Pues te digo una cosa: de este mundo te vas con lo que comes, disfrutas y follas.
(¡Bendícenos y salpícanos, mi Tesoro, lo que ha dicho el guardia!).
Por otro lado, de vuelta a la oficina me he topado por enedécima vez el clásico en este quinquenio liberal “Pues conozco a alguien que te hace la obra más barata”.
Esa frase la carga el diablo, es la antítesis de la Ley de Godwin (aquella que dice que en un debate cuando se nombra a Hitler y los nazis se da por finalizada la discusión): la serie de frases de regateos en los precios de servicios después de la primera rebaja lleva a un bucle infinito donde el presupuesto de reparación de un muro se convierte en el de engrasar -que no «egresar»- una cerradura en nada de tiempo.
(¡Tiempo! Eso era, el tiempo. Siguiente acertijo, mi Tesoro, pregunta al Bolsón)
El precio. El precio tiende a subir. El valor sube a tender.
El precio baja, luego vale más.
El valor está subiendo. Tanto que ya ni lo vemos.
Ya no hay valor, sólo hay precio, en letras grandes, pero bajo.
26 de abril, tauro, claro. El signo de los valores. Pues ahora le han subido el precio. Recurrir a uno de los tres últimos elfos de la Tercera Edad de Torrevieja ahora cuesta dinero, en impreso normalizado con letras grandes de Mediamarkt. Salvo excepción.
Si no cuesta dinero ya no vale, no te ajunto.
Para el siguiente ministro de justicia dejaremos de atesorar valores, porque todos tendrán un precio, atesoraremos estrellas en el cielo, contabilizadas en Contaplus por fascículos de La Razón.
Pero volvamos al juzgado, pero no de Torrevieja, sino al Tribunal Supremo del Reino de España.
Hace cinco años ahora mismo estaba en capilla. Antes de Bilbo ir a Madrid y volver a… Torrevieja, sede de mi futura vida nueva.
Estar en capilla, la parte acomodada, la de Bilbo, con su lluvia, queriendo casarse con el funcionariado. Pero finalmente, alentado por consejos de El Padrino del tipo:
«¿Vives con tu familia? Bien, porque un hombre que no vive con su familia no puede ser un hombre»***.
El lado T. ganó la partida de cara o cruz. Me convertí en cuestión de 45 días, en Mr. Torrevieja, un valor en alza en la empresa de los adpreciación de fincas.
Lo que no sabía en ese momento es que estábamos en crisis, eso me lo explicarían más tarde mejor los proveedores que se pasarían pidiendo trabajo por la oficina.
En una crisis de precios. Antes lo que te tasa-accionaban por el 100 % de su precio, después valía el 50 % si no había postores o demanda. Y ahora lo que no me faltan son demandas. Toca metacrilato.
Vivir para ver cosas.
“El nivel de calidad y cantidad de servicios públicos no puede ser nunca más mantenido en España. Desde la transición en el fondo no ha habido dinero para mantenerlo tal y como estaba”. Palabrita del Niño Jesús, que eso lo he leído con estos ojitos no hace mucho.
¿Será que mi infancia son recuerdos implantados? ¡¿Que no ha funcionado durante 25 años!? ¿¡El Bankia campeón de Europa!? ¡¿Y Franco que opina de todo esto?!
Creo que nos mienten a la cara. Como siempre, “¡Cuánto g*l*p*ll*s y que pocas balas… y a qué precio!
Sólo que ahora, el lado Tuk me ha enseñado a disparar y la máquina todavía me da créditos.
***Realmente dijo: “¡Pero qué haces opositando, si los abogados se están forrando por aquí!”
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—¡Así llega la nieve tras el fuego, y aun los dragones tienen su final! —dijo Bilbo, y volvió la espalda a su aventura. El lado Tuk estaba sintiéndose muy cansado, y el lado Bolsón se fortalecía día a día—. ¡Ahora sólo me falta estar sentado en mi propio sillón! —dijo
(Bilbo Bascón, de Vasconia Cerrada)